Y la
procesión de disimiles rostros y colores se fundió ayer en un cordón humano
que, al ritmo de la música y danza murgueril, ganó las calles y la plaza de la
Intendencia, una vez más, empapelando la ciudad con la imagen de un joven que
es padre, hijo y amigo. Facundo Rivera Alegre es el punto de confluencia, para
que, al unísono, marchen por las calles jóvenes
y adultos exigiendo que la opresión y la violencia en cualquiera de sus
formas cese de una buena vez. Pues, como bien se ha sostenido, la desaparición
de Facundo es el punto álgido de un modus operandi perverso y pérfido para una
sociedad que, en su mayoría, ya ha dicho
y sigue sosteniendo que el Nunca Más
no será realmente concretado mientras sigan sucediéndose este tipo de
inenarrables hechos.
¿Cuántos Facundos
que no conocemos gritan ahora en silencio, maldita paradoja, suplicando una
libertad que les corresponde por derecho humano?
La Tosco Montonazo
en el Evita, seguirá acompañando esta lucha en contra de la violencia y a favor
de la vida.
Poco más de
seis meses de la ausencia de Facundo Rivera Alegre.
“Lo estamos buscando,
ayudanos”
No hay comentarios:
Publicar un comentario