martes, 29 de octubre de 2013

Los dos colegios

Por Guido Montali

La miraba de reojo a Miriam, que no cambiaba su aparente indiferencia cuando los papelitos azules y blancos salían de los sobres y las manos temblorosas de la autoridad que los apilaba. Observadora astuta, sabía que estaba mucho más preparada que yo para eso, invadido de una emoción que me hacía hablar con todos los fiscales sobre mis pagos en el sur del conurbano, ayudando al presidente que por algún motivo que desconozco sentía que podía confiar en mí, intentando descomprimir una situación que no tenía por qué ponerse tensa, armar algunos rompecabezas defendiendo boletas, está enterita, ¿no ves?, si la podes reconstruir entonces es válido. 
Miriam, rígida e imperturbable, centinela de lo que nos correspondía. Pero cuando todo estaba terminando, cuando los números le daban contenido a lo que podíamos percibir a simple vista, ahí Miriam me miró y sonrió. Una mueca, un efímero gesto, que como vino se fue. Sabía todo lo que significaba, su aprobación, su muestra de deber cumplido, habíamos ganado en la 430, le dije que eso nos valía para ir con el pecho inflado el resto del año, para contarlo una y otra vez, y no pude más que abrazarla, creyendo hasta ahí que éramos portadores de un privilegio irrepetible.


Escuchamos un grito, una pregunta que venía del pasillo, sí, nosotras también. Salimos del cuarto y caminamos sacando la ansiedad por las piernas, se abría otra puerta, y otra y otra, una mano salía con un dedo en alto mostrándonos un uno, una sonrisa incrédula nos aseguraba que ahí de nuevo, una voz agrandada, che acá ganamos. ¿Al lado? Voy a ver, espera. Crucé al otro colegio, la directora me habló en voz bajita, acá nos fue bárbaro, un puntero radical mordía algunas palabras que llegue a entender “ah, nunca se la vio tan contenta a la directora”, que poco oído hizo y siguió doblando unos papeles. Todos y todas iban confirmando lo que horas atrás hubiera parecido una locura, una ilusión desmedida sabiendo desde donde partíamos. Habíamos ganado los dos colegios.


Salí rápido para llevar la noticia a los que me esperaban ahí enfrente, a cincuenta metros nomás, y ahora que lo pienso no entiendo cómo paso. No logro comprender semejante desorientación. Al caso, lo mismo daba, no estaba muy lejos, en algún momento iba a encontrar el colegio. Caminando reconocí una iglesia vieja, una plaza, unos chicos que charlaban en la esquina. Ahí las vi. Cómo paso no lo sé, cómo habían llegado tan rápido, cómo se habían cambiado, pero además, ¿qué hacían ahí?, teníamos que irnos, llenar planillas, terminar con las formalidades. Cuando iba acercándome para decírselo me frene de golpe, qué son esas caras más jóvenes, esos raros peinados, entraban y salían de las casas, con vecinos y vecinas, charlaban y discutían, se reían y lloraban, sacaban una máquina de coser, vendían pan, unos metros más allá parecían dar apoyo escolar, pintar un mural, acarrear una pala, cebar un mate, tirar un ladrillo, transpirar. 

A medida que entraban y salían de las casas, las chicas iban cambiando, tardé en comprender que no era sólo su ropa o sus peinados, eran también sus edades, sus modos, su caminar. Recién entonces me di cuenta de que algunas eran muy jóvenes cuando las vi al llegar, corrían los minutos -bueno minutos para mí, es muy difícil medir una cosa así, en ellas eran mucho más que minutos, eran meses, quizá años- y todo entraba en una vorágine ante la cual de poco servía querer entender. Sé que las vi un buen rato, que dejé de preocuparme. Yo no las conocía, todavía no las había conocido. Pero sabía quiénes eran. Nada era más importante que lo que estaban haciendo, así que retrocedí, volví y en ese estado de abstracción en el que se entra cuando alguien camina pensando, me encontré de nuevo frente a los colegios. También estaban ahí. Otra vez. O nunca se habían ido, tampoco sé cuánto me había demorado, qué importa ahora saber eso. Te puedo contar que cuando llegué estaban cantando, se fundían en abrazos, tenían los ojos brillosos, y yo entré rápido en una foto.

Acaso eso no se explique nunca, tal vez jamás le encuentre alguna lógica. Pero de todas formas me alegra saber que la semana que viene voy volver a verlas hacer de las suyas, y así como esos pocos minutos me mostraron años, lo que siga también me va a dejar ver sus cambios, algunas canas, su persistente voluntad, y, claro, la razón de haber ganados los dos colegios.

jueves, 24 de octubre de 2013

Pese a las gestiones, las familias de la comunidad el Campamento continúan sin agua


Pese a los sucesivos trámites efectuados en distintos estamentos públicos, reclamos y solicitudes, y luego de haber sido atendidos por funcionarios municipales en un intento de encontrar soluciones, las más de sesenta familias de la comunidad El Campamento, ubicado en la zona de Alta Córdoba, continúan sin agua potable, y la situación para muchas de ellas se hace insostenible.

Al respecto, durante una reunión vecinal en la que abordaron las medidas a adoptar para contrarrestar esta difícil situación, los vecinos señalaron lo siguiente:

“Nosotros somos gente de trabajo, y no estamos pidiendo que se nos regale nada, ni mucho menos, estamos exigiendo, sí, que los funcionarios correspondientes atiendan nuestro reclamo, como corresponde, y que aseguren nuestro derecho a acceder al agua potable y a una mejor calidad de vida”.

“Venimos esperando que desde la Municipalidad  y de los otros organismos provinciales nos brinden una solución, porque la verdad que estamos atravesando una situación muy difícil que se sigue dilatando”
 “…somos vecinos que estamos exigiendo contar con un servicio básico, aquí hay niños pequeños, mujeres, personas adultas, no podemos estar sin el recurso del agua…”

Desde El Campamento, vienen reclamando desde octubre del año pasado la falta del servicio de agua que aqueja a toda la comunidad,  asentada desde hace más de dos décadas en terrenos fiscales que pertenecen a la empresa Belgrano Cargas y Logística S.A, recientemente estatizada.

Desgracia vecinal                         


Ante esta difícil situación, las familias se abastecen de agua que no es apta para el consumo y que, además, no llega a todos los hogares de allí debido a la poca presión de la bomba del tanque que alberga dicho recurso, compartido por toda la comunidad. Este inconveniente, trajo aparejado, en el mes de febrero de este año, un trágico episodio al incendiarse una vivienda por completo, hecho que no pudo ser atendido por los vecinos, debido a la poca presión del agua.


Pese a las gestiones y  el diálogo, las respuestas que no llegan

En este orden de cosas, desde hace casi un año, por intermedio de la Comisión Provincial de Tierras y Hábitat Social (CPT), entidad que nuclea a otros barrios y familias que padecen problemas similares, los vecinos vienen realizando gestiones y presentaciones ante los funcionarios del  Ministerio de Agua, Ambiente y Energía (expediente 813326 024 512 con fecha 18/12/2012, Expte. 833735 024 712 con fecha 28/12/2012; Expte. 086155 024 413 con fecha 08/03/2013), como así también a otras dependencias como Aguas Cordobesas y el ERSeP, en un intento de conseguir respuestas.

Frente a este panorama totalmente lamentable, las familias han elevado, además, un proyecto de colocación de grifos comunitarios el día 6 de diciembre del año pasado, en una reunión de la Comisión Provincial de Tierras; la mencionada reunión fue mantenida, durante la ocasión, con el Ing. Edgar Castelo, subsecretario de Recursos Hídricos del gobierno de la Provincia de Córdoba.

Finalmente, la semana pasada, algunos de los vecinos del Campamento, en el marco de las tratativas impulsadas por la Comisión Provincial de Tierras, han sido recibidos por funcionarios del municipio con la intención de buscar una solución; no obstante, aún no hay nada acordado.  

Ofuscadas, las familias han manifestado:

“Nosotros no podemos seguir esperando, necesitamos el agua, y así como nosotros, también los otros vecinos de los distintos barrios a quienes también les aqueja problemas de falta de acceso a los recursos básicos como el agua; además, no estamos pidiendo nada gratis, nosotros queremos contar con el agua, y abonar por el servicio como cualquier contribuyente”

“…Esperemos que se avance en el diálogo y que se realicen las tareas necesarias para solucionar esta falta; nosotros aquí seguimos pasándola muy mal”



miércoles, 16 de octubre de 2013

¡Basta de violencias, basta de narco-policía!


“Los hombres temen al pensamiento más que a cualquier otra cosa en la tierra –más que a la ruina, incluso más que a la muerte-. El pensamiento es subversivo y revolucionario, destructivo y terrible; el pensamiento es despiadado con el privilegio, las instituciones establecidas,  y los hábitos confortables; el pensamiento es anárquico y sin ley, indiferente a la autoridad, despreocupado de la acreditada sabiduría de las edades (…) Pero para que el pensamiento llegue a ser posesión de muchos, no el privilegio de unos pocos, debemos eliminar el temor. Es el temor lo que contiene a los hombres –el temor de que sus acendradas creencias resulten engañosas, el temor de que las instituciones por las que viven resulten dañinas, el temor de que ellos mismos resulten menos dignos de respeto de lo que habían supuesto que eran. “¿Debe el trabajador pensar libremente acerca de la propiedad?  Entonces, ¿qué nos ocurriría a nosotros los ricos?” ¿Deben los jóvenes (…) pensar libremente acerca del sexo? Entonces, ¿qué ocurrirá con la moralidad? ¿Deben los soldados pensar libremente acerca de la guerra? Entonces, ¿qué ocurrirá con la disciplina  militar?  ¡Basta de pensamiento! ¡Retornemos a las sombras del prejuicio, para que no corran peligro la propiedad, la moral y la guerra! Es mejor que los hombres sean estúpidos, lerdos y tiránicos, y no que su pensamiento sea libre. En efecto, si su pensamiento fuera libre, podrían no pensar como nosotros. Y este desastre debe evitarse a toda costa” (…)
Bertrand Russell, Principios de reconstrucción social, 1916[1]



Fundiéndose en colectivo humano, los cordobeses se acercaron esta tarde a plaza Vélez Sarsfield, para demostrar el hastío generalizado, el hartazgo incontenible, frente a las violencias de la narco-policía, la impunidad del poder, y en apoyo al periodista Tomás Méndez, miembro del equipo del programa periodístico ADN, a quien habrían amenazado de muerte[2].

Durante la ocasión, la nutrida concurrencia acompañó con palmas, entonó el nombre de “Tomas”, y concluyó cantando: “qué se  vayan, que se vayan, que se vayan,  que se vayan, que se vayan…”, refiriéndose al actual gobernador cordobés y su pléyade de funcionarios.

“Estamos cansados de la corrupción, de las asociaciones ilícitas, y de que desde el mismo gobierno provincial se ejerza todo tipo de manifestaciones de violencia, se alimente el negocio de las drogas, en vez de combatirlo, se amenace por decir las verdades que no les conviene, y se criminalice a los pobres, en vez de otorgar mayores oportunidades de inclusión…; hoy venimos a apoyar a los trabajadores de ADN, pero también venimos a pedir que se termine con tanta impunidad; ¡Basta de violencias, basta de narco-policía!”, manifestó un vecino, bajo el aplauso de la gente.

















[1] Reflexión  de  Bertrand  Russell,  En:  Fromm,  Erich  (1989)  Sobre  la  desobediencia  y  otros
ensayos. Paidós. Buenos Aires. Pg.  55-56.

[2] <Tomás Méndez presentó una denuncia por amenazas de muerte>. Diario La Voz del Interior. 8/10/13. Disponible en: http://www.lavoz.com.ar/politica/tomas-mendez-presento-una-denuncia-por-amenazas-de-muerte [Último acceso, 16 de octubre de 2013]. 

martes, 8 de octubre de 2013

La compleja travesía de las zanahorias, y otros sucedidos*




Por Alexis Rasftopolo

<…Y consolarse con la idea de que nacer es un proceso que nunca termina>
Roberto Juarroz.
                                      
                                                  <… ¡Ya sé, no me digás! ¡Tenés razón! La vida es una herida absurda…>
Cátulo Castillo.


Esta historia comienza con la evocación del último sábado: sol generoso, cielo inconmensurable, desembarazado de nubes y la promesa renovada de sus hijos e hijas, mortales pedestres, de un instante de dicha, compartiendo el tiempo junto a los suyos.

Sin embargo, a este preámbulo apacible deviene un sucedido inefable. Pues, a decir verdad, Jorge no hubiera pensado nunca que el modesto derrotero en busca de las zanahorias para el almuerzo del mediodía, iba a depararle un periplo inenarrable, que trataremos de narrar en lo que sigue.

Nos encontramos en Barrio Pueblos Unidos, situado al sur de la ciudad de Córdoba, paraje exento del alcance de  las políticas municipales y provinciales. Aquí viven numerosas familias que han venido del Perú, Bolivia, y el Paraguay,  en busca de mejores oportunidades. Con esfuerzos han levantado sus hogares y llenado de vida lo que ahora es un vecindario que se nos presenta precario, pero pujante, como con ganas de seguir creciendo, más allá de la posible contaminación que existe en el suelo de la zona, debido  a que, décadas precedentes, el sitio habría sido utilizado como un basural.

El caso es que hasta la verdulería del barrio llegó este joven, hablamos de Jorge, en busca de las hortalizas que nunca pudo conseguir; pues, las visicitudes lo llevaron a encabezar una juntada vecinal para ayudar a  una de las mujeres del barrio a desalojar a una familia que engañada, y con la urgencia de varias desdichas encima, le usurpó su vivienda.

Este sucedido, lamentable, y que sacudió el mediodía imperturbable de Barrio Pueblos Unidos, suele no ser infrecuente. Fue la hermana de la propietaria del hogar, Margarita, quien se enteró que le habían entrado a la casa, y ni bien pudo, se acercó hasta la verdulería en la que, en ese mismo momento, también se encontraba Jorge. Con desesperación y nervios, Margarita comentó el hecho a su tía Emilia que atiende en el comercio, y de inmediato esta última llamó a la policía.

Los integrantes de La Tosco en el Movimiento Evita, que se encontraban en compañía de los niños y algunas madres del barrio limpiando  la plaza del lugar y pintando sus escaleras, bancos y hamacas, se hicieron eco de la situación. Entre tanto, y luego de una deliberación entre los circunstantes en la verdulería, fue Jorge quien –recordando seguramente que pasó por un hecho similar no hace mucho- tomó el altavoz cedido por Emilia y se lanzó por los caminos del barrio a convocar a los vecinos. La estrategia fue juntar a la mayoría e intimar a esta familia que había tomado posesión del hogar ajeno por la fuerza.
-¡Vecinos, atención vecinos, necesitamos su colaboración-, -vociferaba, -¡le han entrado a la casa a una de nuestras vecinas!-. 






Más allá de la exhortación, no muchos se sumaron sino hasta después, cuando ya era considerable el número de personas que se encontraba en frente de la casa tomada.

Momentos previos, Margarita había ido junto a su madre a querer pedirle a la familia que había ingresado sin permiso al hogar de su hermana que se retirara; cuestión que resultó infructuosa y hasta con algunos episodios de violencia. A todo esto, la propietaria del lugar, Juana, ya se había venido desde su trabajo, corriendo, para hacer frente a la situación. Y se encontró con el siguiente panorama: sus parientes gritándose con el hombre y su compañera que se habían metido en su domicilio; una jauría de perros al costado que armaron un pleito y levantaron una polvareda, y frente a todo, los vecinos y vecinas, grandes y chicos, que se encontraban haciendo presencia, observando y sumando sus exhortaciones.

Para entonces Jorge se encontraba en medio de este intríngulis,  olvidando completamente las zanahorias y su almuerzo. Y entre varios de los presentes se comenzó a exigir a la familia que se retirara de ese hogar que no era el suyo. Luego de un dilatado intercambio verbal, cargado de encono desde ambos lados, la instantánea del momento era evidente: esta joven familia, desesperada, y sin oportunidades, había ingresado al hogar de juana luego de llegar allí con el dato preciso de que la casa en cuestión se encontraba gran parte de la semana vacía, ya que Juana -quien trabajaba durante la semana fuera del barrio-, llegaba a su hogar muy esporádicamente; la información aparentemente se lo pasó uno de los vecinos de Juana  a quien, inescrupuloso, no le importó el daño que ello acarrearía.

El desenlace, por fortuna, no conllevó hechos de violencia física, aunque sí dió claras muestras de una violencia estructural, simbólica y bien concreta: tanto de un lado como de otro, se trató de familias que se encuentran a la intemperie, excluidas, que tratan de sobrellevar sus días como pueden, a donde no llega ninguna política municipal y provincial y donde solo queda, las más de las veces, resistir con los dientes apretados y con una desgracia que se evidencia en los ojos y se dice con todo el cuerpo.

Una desgracia que si bien golpea por igual a todos los vecinos de la zona, no obstante, es contrarrestada por estos con trabajo y mediante un constante aprendizaje de convivencia, más allá de que estos episodios funestos se sucedan de seguido, producto de la incertidumbre y las malas intenciones.

A pesar de los pesares, de los llantos y del mal rato, la familia que ingresó al hogar que no era suyo, se retiró sin violencia, una vez llegada la policía. Se trató de un hombre, su compañera y su hijo, a quién en el mismo desenlace de este episodio, aquel vecino que había cobrado por pasarles la información y vendido el terreno ajeno, le terminó por devolver  el dinero. Aunque parezca inverosímil nadie lo linchó.

Pese a este momento desgraciado, los vecinos de Pueblos Unidos que se encontraban en aquél momento, sostuvieron que no tendrían inconvenientes en ayudar a estas personas que ingresaron en el hogar de Juana, a construirse su vivienda allí en el barrio, o a conseguirles un espacio; seguramente entendiendo lo que cuesta un techo y lo problemático de su carencia.

Hay mucho que aprender de los vecinos del Barrio Pueblos Unidos. Su paciencia y su entendimiento, en momentos incluso álgidos como el vivenciado este último sábado, es un ejemplo de su grandeza y solidaridad.
También, este sucedido, nos enseñó a Jorge  y a nosotros, los de La Tosco en el Movimiento Evita, que el camino en busca de las zanahorias puede tornarse, como la vida, inesperado y harto complejo.

Queda reflexionar sobre la situación de estas familias, y no solo de ellas. Pensando en las desigualdades crecientes que atraviesan a los pueblos de este mundo contemporáneo, sobre esa pauperidad que lastima y aprisiona, y  sobre la riqueza fanfarrona y mal habida de los dueños del poder que se explícita en las revistas pornofinancieras, y que habla, implícitamente, en la pobreza de los desdichados de todos los rincones.



*Los nombres de los protagonistas de los acontecimientos mencionados aquí han sido cambiados por razones de discreción.