martes, 26 de junio de 2012

Darío y Maxi :: 10 años de dignidad rebelde


"Darío y Maxi
viven en nuestra lucha
Darío y Maxi
viven en nuestra lucha
...
Solo con la lucha, popular
vamos a condenar
a esos miserales, asesinos
por tanta crueldad"

Cancionero popular en momentos del
juicio por la masacre de avellaneda

10 años, nos gustaría decir que no hace falta contar la historia. Pero no, hoy no todos/as sabrían qué responder si alguien les pregunta quiénes eran Darío Santillán y Maximiliano Kosteki.

No es nuestro interés, de todas formas, proporcionar al lector un acabado relato sobre la vida y obra de estos, NUESTROS, compañeros. Más bien es nuestro interés profundo honrrarlos en la acción diaria y con ella contagiar sus -NUESTROS- sueños y a través de ellos, quizás, el lector se pregunte por esta parte de la historia que han querido callar mil veces.

Darío
El 26 de junio de 2002 Darío tenía 22 años, Maxi 26. Cada uno llegó con su MTD al puente. Había que enfrentar al gobierno de quien fuera uno de los personajes más oscuros de la política de nuestra última democracia. Darío llegaba junto a sus compañeros del equipo de seguridad. Durante la semana le habían sacado fotos cuando defendió a sus compañeras de unos tipos raros que habían ido a molestar al comedor donde los pibes mataban el hambre. Solía trabajar en la bloquera que había armado con sus compañeros, y se encargaba de todo lo que haga falta, era de esos militantes integrales, full time, con una entrega que traía ya de su adolescencia. Maxi se había sumado hacía unos meses al MTD, le gustada hacer grabados, le gustaba el arte, la organización le daba ese lugar de participación donde discutía de igual a igual, planificaba, soñaba.

Maxi
En las semanas anteriores Duhalde movía cielo y tierra para lograr un nuevo préstamo del FMI. Los garcas del capital financiero internacional lo condicionaban al orden. Había que controlar la inseguridad decían. Había que ganarle la calle a los piqueteros traducían los punteros y dirigentes que respondían al impresentable que usurpaba el máximo cargo institucional en un país donde hacía dos años le habían dicho que no accedería con nada menos que la voz de los votos. Avisaron, "una marcha contra el viejo significaba una declaración de guerra". Y lo fue.

Las organizaciones piqueteras salieron ese día coordinadas. La represión también. Por primera vez las cuatro fuerzas de seguridad con jurisprudencia en la zona funcionarían coordinadas. Después se mostraría que fueron coordinadas desde un local de la SIDE, que ese local tenía comunicación directa con Duhalde y con el comisario que estaba en el frente, si, con Franchiotti.

Darío y Maxi
El físico forense que contrató el estado durante los juicios dijo unos 8 años después, contando sus investigaciones sobre los hechos de aquel día: "ponés las condiciones de contorno y esperás, con ese embudo, con esas fuerzas de seguridad, con esa represión, era inevitable la muerte de militantes".

Y fue así, las organizaciones llegaron, entraron en el embudo. Quedaron divididas por un cordón policial. Cercadas por otros dos. A una militante se le ocurre sacarle el gorro a un botón de ropa prestada vestido de azul y ZAS! Empieza el operativo. Tiros, gases, todos corren, los que tienen con qué, tiran también.

Darío pertenecía al equipo de seguridad, no podía retroceder, tenía que aguantar hasta que se retire el último compañero. Las imágenes dicen que cumplió, que aguantó y que pudo salir con sus compañeros. Pero volvió, volvió a la estación, sabía que había compañeros adentro, volvió a buscarlos.

Y lo encontró tirado, Maxi ya casi inconciente. Franchiotti con su itaca al lado. Agarró a Maxi, puteó a ese milico cagón. El milico botón y asesino le grito que se raje. Darío no se fue. Ellos insistieron, Darío dió dos pasos y, como hacen los traidores y los cobardes, esa rata tiró, si, a dos metros. Darío también cayó. Se le acercó Franchiotti, le dijo que si tenía pelotas que se vuelva a levantar, Darío lo intentó pero se le quebraron las piernas.

Los dejaron ahí a los dos, que se desangren. Clarín ya tenía su tapa "La crisis causó otras dos muertes". El periodismo contaría que fue un enfrentamiento enter piqueteros. Se había avisado a los piqueteros, que se haría cualquier cosa por "recuperar la calle".

Salieron las fotos, el cobarde con la itaca, Darío y Maxi caídos. El relato se cayó. Duhalde tuvo que llamar a elecciones.

2 años después se hizo el juicio. Se condenaron a los autores materiales. Duhalde fue candidato a presidente en las últimas elecciones. Franchiotti ya está por salir. Son dos muertos que caminan.

Pero Darío y Maxi están vivos. Hoy las madres hablan en actos de masas, las abuelas son respetadas, los pibes tienen una asignación familiar, se crearon 5 millones de puestos de trabajo y se recuperó la política como herramienta de transformación. Hoy Darío y Maxi están más vivos que nunca. Hoy los nuevos actores vimos por la tele cómo los mataban y nuestros compañeros más chicos ni siquiera habían terminado el primario.

Hoy, 10 años después, estamos construyendo la Argentina que soñaron, nos identificamos en su militancia, reivindicamos su lucha y vamos a terminar su obra. Hoy faltan millones de cosas, pero cada día son menos. Y Duhalde, Duhalde puede parecer un muerto político, pero su espacio, aquellos que continúan la obra de este asesino, sigue en pie, gobiernan la CABA y tienen muchas provincias e intendencias, cada vez que pueden pegan y no dudan en volver a hacer lo mismo. Por eso, por esto, es tan importante el ejemplo de Darío y Maxi, es tan importante que las nuevas juventudes políticas continuemos con la misma firmeza que ellos en el camino de la liberación...


Darío y Maxi!
Presentes!
Ahora... y SIEMPRE!

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